LA HISTORIA SE REPITE CON DISTINTOS PERSONAJES

Como lo he dicho anteriormente, creo que debemos usar nuestro pensamiento crítico, y analizar la historia, sin una influencia religiosa o de otra influencia como esta. 

Este análisis que les dejo a continuación, es de una historia que se da tanto tiempo atrás, y  creo que al decir la historia se repite con distintos personajes, lo único que demuestran, es que la maldad que preponderaba en ese tiempo, en la actualidad, vemos que la maldad es mucho más que la anterior, o sea, que (para mi) la calidad humana se ha ido degradando en gran cantidad.

En el caso de Evo Morales en Bolivia, quien no murió, por la intervención oportuna del gobierno de México.

El caso del profesor  Pedro Castillo presidente de Perú, quien gracias a la dictadora Dina Boluarte, aún, sigue siendo  torturado y mantenido en prisión, con el único afán de quitarle el poder.

El caso del presidente de Chile Salvador Allende defenestrado del poder por los Estados Unidos.

Y así, muchos casos, en los que los derrocados terminan sufriendo una  pena de un crimen del que nunca fueron culpables, y varios de ellos asesinados, luego pusieron en sus cargos a criminales , y en muchos de estos casos estas maldades fueron apoyadas por su propio pueblo.

Analizemos y pongamos en nuestra mente y en nuestro corazón, cuál es la verdad y quienes son los malos.

Con esto quisiera que se analizen con la mano en el corazón, y que reconozcan en Ecuador, que Jorge Glass es una víctima como los que he detallado anteriormente, y que nosotros mismos somos los que estamos poniendo los clavos en su cruz.

El proceso jurídico de Cristo (conclusión)

 abril 1, 2015  quenotelacuenten

Podemos establecer a lo largo de este análisis, exclusivamente histórico y no teológico, que hubo una colaboración material e instrumental (como los solados romanos que debían ejecutar la sentencia) de parte de los cabecillas del pueblo judío en el proceso de Cristo. Por supuesto que sin muerte de Jesús en la cruz no hay redención y sin sentencia de judíos y romanos, no hay salvación. Pero se deben diferenciar bien estos dos planos, pues una cosa es la causa final y teológica de la pasión Jesús (la salvación de la humanidad a causa del pecado) y otra la causa eficiente histórica que la ejecutó; no hacer esta distinción hace que uno a veces termine confundiendo los planos, como lo hace uno de los autores a quien hemos seguido –Blinzler- al decir: “…deberíamos declararnos culpables a nosotros mismos, pues el pecado es humano y no judío ni romano”.

Las siete palabras de Jesús en la cruz –palabras dichas conscientemente al Padre Celestial- así lo atestiguan: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”; Nuestro Señor no maldijo, sino que pidió perdón para sus verdugos y los causantes de Su muerte.

Aunque suene “históricamente incorrecto decirlo” no podemos sino recalcar con Cristo que la principal responsabilidad recae sobre los cabecillas del pueblo elegido: “El que me ha entregado a ti tiene mayor pecado” (Jn 19,11). Estos judíos podemos dividirlos en dos clases: los miembros del Sanedrín[1] y la masa del pueblo. (“Es tu nación y los pontífices quienes te han entregado a mí…” (Jn 18,35).

Los jefes y toda la clase dirigente del Sanedrín veían en la popularidad de Jesús un peligro para su propia posición de autoridad ante el pueblo. Especialmente los saduceos creían que si seguía creciendo el movimiento del Galileo, sería de temer una intervención de los romanos que acabase con la relativa independencia de la nación que todavía existía. No olvidemos que Jesús había conquistado la malquerencia y el odio de los sanedritas, especialmente de los fariseos, por la particularidad de su mensaje religioso. Como el mismo Evangelio nos dice que Pilato “sabía que era por envidia que lo habían entregado a Jesús” (Mt 27,18), de allí que el Padre Leonardo Castellani repitiera a menudo que la gran lucha de Cristo, su papel primordial, fue luchar contra el fariseísmo o el vaciamiento de la religión verdadera.

La plebe, la masa ingente que se presentó el Viernes Santo no se hizo sino solidariamente responsable con los dirigentes (de allí que su culpa sea menor) pues, de no haber gritado “¡crucifícale!”quizás Pilato no lo hubiese condenado, pero no por esto se los debe declarar libres de culpa; su ignorancia fue culpable pues a pesar de haber visto “hechos, milagros y signos”, no creyeron. San Mateo dice que “todo el pueblo gritó: que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt 27,25). Ahora bien, podríamos preguntarnos. ¿A quién se refiere el evangelista que escribe para los hebreos cuando dice “todo el pueblo”? ¿acaso a algunas personas, la mayoría, o una minoría como afirman algunos exégetas? La Escritura es clara y precisa, dice “todo” el pueblo. Muchas veces los Evangelios mencionan al “pueblo” en singular y en plural, y en ninguno de ambos casos es sinónimo de “algunas personas”.

El mismo Evangelio nos dice que la multitud era tal que Pilato pensó en una posible sedición. Esta masa de gente (pas jó láos) ante la cual se lavó las manos apenas pudo ser contenida por una legión de aproximadamente 500 soldados, evidentemente se trata de una multitud importante y no de “algunos”, además debemos tener en cuenta que estamos cerca de la Fiesta de la Pascua, días donde la afluencia de gente venida de todos lados a causa de la diáspora, en Jerusalén debía ser muchísima. En fin, “riesgos” de la democracia…

Comentando esta frase, el gran historiador Giuseppe Ricciotti nos dice: “Fue expresada de común acuerdo por los guías espirituales del judaísmo y por una representación del pueblo de Jerusalén, es pues una voz popular y representativa, una voz absolutamente oficial, resultado del deseo tanto de los jefes como de los miembros, tanto del sanedrín como del pueblo…” . Un exégeta conocido, Joseph Schmid, afirma que: “Los judíos (y la expresión “todo el pueblo, “toda la nación” representada aquí por los miembros del Gran Concejo y la masa presente, es una cosa puesta intencionalmente por el evangelista) declararon solemnemente asumir ellos mismos y sus sucesores la responsabilidad sobre su sangre, de la muerte de Jesús. Es así que el pueblo judío se maldijo a sí mismo; pues es la sangre de su Mesías sobre la cual él asumió su responsabilidad. Vosotros habéis despreciado la protección de Dios. El castigo que golpeó a los habitantes de Jerusalén por su rechazo obstinado del amor divino, consistió en el hecho de que su casa, su ciudad o Templo fue abandonado por Dios. Dios se retiró de ellos. Jesús solamente dice que la casa será abandonada por Dios, pues la oración está en pasivo, y no por sus habitantes. La destrucción del Templo será el signo exterior evidente del abandono y repudio divino”.

La discusión es eterna y, por lo general, nadie quiere entrar hoy en ella pues el sólo hecho de pensar estos temas lo meten a uno fuera del sistema.

Junto a los judíos también es responsable Pilato, al mandar a azotar al acusado a pesar de estar convencido de su inocencia y al sentenciarlo a muerte. Debemos tener en cuenta que es el único juez de la historia que lo declaró inocente y en varias oportunidades: “Yo no encuentro en él ningún motivo que sea digno de muerte”, etc. Luego, por segunda vez, les declaró la inocencia: “Vosotros me habéis traído a este hombre como excitador del pueblo a la revuelta; yo lo interrogué delante vuestro y yo no encuentro el  motivo alguno de los crímenes que vos lo acusáis; ni Herodes tampoco pues él me lo ha reenviado. Vosotros lo veis, nada que merezca la muerte ha sido probado contra él”. Todavía otra vez más es declarada su inocencia cuando, después de que los judíos le pidiesen la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús, el Gobernador les replicó: “¿Pero qué mal ha hecho? Yo no encuentro en él motivo alguno de muerte”. Por fin, pidió agua y lavándose las manos delante de los judíos dijo: “Yo soy inocente de la sangre de este justo, a vosotros os toca responder”.

Publicado por Valente Delmar

Comentador social y político, y narrador de historias.

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