En toda nuestra America, y creo que al rededor de todo el mundo han existido personajes a quienes la envidia y la ambicion de poder los han llevado a traicionar a sus amigos, a sus pueblos, y generalmente esto ha sido ayudado por un vecino mas poderoso, y estos traidores han tenido que aliarse con estos y asi entregar las pertenencias de su propio pais a un extranjero y con esto su propia soberania.
Y como reza el dicho, «no hay mal que dure 100 años» , el mundo ha comenzado a darse cuenta de la realidad, de la verdad de este accionar de muchos poderosos que se creen de origen divino y que tienen derecho a todo en el mundo, o sea, a lo mejor, y a los demás, las migajas.
Con esto no quiero decir que tener posesiones después de haber trabajado muy duro para tenerlas, sea malo, o que sean opresores o malas gentes, pero, lo malo es que muchos seres humanos no se contentan con tener suficiente, no, desean poseerlo todo, aunque con ello los haga sacrificar a una gran cantidad de seres humanos, quienes tienen los mismos derechos.
Comenzamos desde la época bíblica con Caín, quien por ambición y envidia traicionó a su propio hermano Abel, terminando por asesinarlo.
Podemos seguir con Romulo y Remo y vemos que Romulo mató a Remo por lo mismo ambición para llegar a ser el emperador de Roma la ciudad recién fundada pero el mismo terminó asesinado y despedazado por su pueblo.
Y seguimos con la más grande traición de nuestra era , la de Judas Iscariote a Jesús, y luego de un supuesto arrepentimiento terminó ahorcandose.
A continuación podemos recordar a Francisco de Paula y Santander , quien traicionó a Bolívar y destruyendo con esto el sueño de la Gran Colombia y quien luego murió entre gran sufrimiento, una pequeña prueba de que no existe el infierno, aquí en la tierra pagamos lo mal que hacemos.
Y a travez de la historia tenemos a tantos traidores unos más notorios que otros , como por ejemplo: Efialtes y los 300 espartanos, la muerte de Viriato, el asesinato de Julio César, la venta del Reyno Visigodo, la entrega de muchos territorios por sus presidentes a los imperios en diferentes partes del mundo.
Y para terminar tenemos un triste ejemplo en nuestro país el ahora tristemente famoso Lenín Moreno presidente del Ecuador, para decirlo más claro me voy a referirme a parte de una intervención del afamado Atilio Boron en la que lo define perfectamente y no se necesita aumentarle nada.:
21 enero 2018
| Atilio Borón
La traición de Lenín Moreno
20
“Hay puñales en las sonrisas de los hombres;
cuanto más cercanos son, más sangrientos.”
(William Shakespeare)
La traición de Lenín Moreno
Resulta imposible hablar de la dramática coyuntura política que se ha configurado en el Ecuador con motivo del Referendo y la Consulta Popular del 4 de Febrero sin que una palabra aflore de inmediato en la conciencia (y en el ánimo) del observador: traición. Es un término durísimo por su mayúscula inmoralidad. Ese enorme humanista que fue Shakespeare hizo de la traición objeto de innumerables reflexiones en su voluminosa producción literaria. Pero fue en Macbeth donde el tema se convirtió en el hilo conductor de la obra. Y allí la traición aparece como el reverso de una pasión enfermiza e incontrolable: la ambición y junto a ella la envidia y una mal contenida rivalidad que irrumpe de súbito ni bien las condiciones son propicias.
Podrá argüirse, ¿traición a qué, o a quién? ¿A qué? Nada menos que a la mayoría del pueblo ecuatoriano que votó por un candidato que se presentaba como el continuador de la Revolución Ciudadana, un proceso de transformaciones profundas que cambió radicalmente, y para bien, a la sociedad ecuatoriana. Moreno perpetró una estafa electoral, como la de Mauricio Macri en la Argentina, e incurrió en una malversación de la confianza en él depositada por la ciudadanía que lo hizo presidente. ¿Debería el pueblo ecuatoriano depositar su confianza en las promesas de un personaje que ya lo traicionó una vez? ¿Por qué no habría de reincidir en su deshonesta conducta? Por supuesto, como todas las creaciones históricas, la Revolución Ciudadana tuvo sus contradicciones, sus grandes aciertos, sus errores y sus asignaturas pendientes. Pero la dirección del proceso era la correcta y el imperialismo y la derecha ecuatoriana no se equivocaron al transformar a su líder, Rafael Correa, en la bête noire no sólo del Ecuador sino de la política internacional. Traición al pueblo que lo votó, al partido que lo postuló para la presidencia y también a Rafael Correa, de quien Lenín Moreno fue su vicepresidente y muy estrecho colaborador, dentro y fuera del país, durante diez años.
Traición por atacar a un personaje de quien hablaba puras maravillas durante la campaña electoral que lo proyectó al Palacio de Carondolet y en cuya enorme popularidad se apoyó para prevalecer en el muy reñido balotaje. Éste tuvo esas características porque ya desde la campaña de la primera vuelta la derecha local e internacional, los partidos del viejo orden, las cámaras empresariales y toda la oligarquía mediática en Ecuador y en el extranjero denunciaban que el fraude se habría perpetrado por el Consejo Nacional Electoral en la fase previa a los comicios y que se continuaría el día de la votación y en los posteriores mientras se practicara el recuento de los votos. Una acusación completamente infundada (como se demostró en la reunión de los representantes de CREO-SUMA, la fuerza política que postulaba a Guillermo Lasso, con los observadores internacionales invitados para monitorear el proceso electoral). Algunos de estos, para nada simpatizantes del gobierno de Correa, estallaron de indignación ante la catarata de falsas impugnaciones motorizadas por los partidarios de Lasso y amplificadas extraordinariamente por los “medios independientes”.