UN CRIMEN ABOMINABLE Y ABORRECIBLE,COMO SIEMPRE Y TENIENDO A LOS ESPAÑOLES DIRECTAMENTE ENVUELTOS EN MASACRES Y CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD.

Por eso no me cansaré de repetir, Espana, violo, ultrajo, robo y asesino a America, no la estupidez de aun  decir que nos liberaron de la esclavitud y nos civilizaron, no, nos destruyeron.

No quisiera dañar un domingo con este blog, pero recién ha llegado a mi conocimiento a través del internet, de una de las maldades más grandes,  llevadas a cabo por el imperio español hace cerca de 200 años.

Y como siempre digo el Imperio a la cabeza de la destrucción, y los perros de la guerra, sudamericanos ayudando a destruir sus propios países.

Los perros de la guerra que siempre han existido, Luís Filipe Maria Fernando Gastão de Orléans, conde d’Eu, enviado por Brasil.

Jose Ignacio Garmendia por Argentina 

Pedro Duarte por Uruguay.

Tres naciones con ejércitos de más de 15.000 hombres masacraron a un grupo de ciudadanos, porque no eran soldados, eran ciudadanos defendiendo su tierra. Y ese  ejército Paraguayo formado en su mayoría, por ancianos, mujeres y niños. 

Y estas tres naciones dominadas por el imperio español y enviadas a masacrar a otra nación sudamericana, solamente por ambición de poder y posesión en un continente que no les pertenecía y que había sido invadido por ellos.

Y aun en la actualidad España sigue diciendo que no tienen por qué pedir perdón a América.

Y aun sigue este detestable personaje el rey de España, menospreciando a América, y demostrando su prepotencia ante la Espada de Bolívar, en la asunción de Gustavo Petro en Colombia. 

“Acosta Ñú: la tragedia de los niños soldados que fueron masacrados mientras imploraban por sus vidas

El 16 de agosto se conmemora en el Paraguay el Día del Niño en homenaje al combate de Acosta Ñú. Ese día de 1869, en las últimas acciones de la Guerra del Paraguay, miles de criaturas, disfrazadas de soldados, fueron asesinadas por el ejército brasileño. Un drama que quedó marcado a fuego en la historia de ese país.

Hoy el lugar de la tragedia es un descampado con una vieja cruz de madera y ninguna señalización. Aunque todos saben lo que allí ocurrió, porque hasta algunos años atrás había procesiones que terminaban en ese sitio, que todos conocen como Kurusu Dolores. Es cerca de un camino secundario que lleva a Caraguatay, una de las ciudades más antiguas del Paraguay, a dos horas de auto desde la capital Asunción.

Esa cruz marca la fosa donde fueron enterrados los cuerpos de niños que pelearon y que fueron masacrados en el combate de Acosta Ñú, librado el 16 de agosto de 1869, cuando Paraguay ya tenía perdida la guerra de la Triple Alianza.

El jefe de Estado paraguayo estaba en Cerro León, a un día de marchar de la capital. A duras penas reunió a sus últimas fuerzas: 14 mil hombres, que en realidad eran ancianos y niños, muchos de ellos acompañados por sus propias madres, que ayudaban en el acarreo de cañones, municiones y enseres.

“niños tiernos que llegaban arrastrándose, las piernas desechas o con horribles heridas de balas en sus cuerpos semidesnudos. No lloraban ni gemían ni imploraban auxilios médicos. Cuando sentían el contacto de la mano misericordiosa de la muerte, se echaban al suelo para morir en silencio como habían sufrido”.

Vitorino José Carneiro Monteiro, un militar de 54 años ascendido a brigadier durante la guerra, ayudante del conde d’Eu, quemó una enorme casa de techo de paja donde funcionaba el hospital de sangre paraguayo con los heridos, médicos y enfermeras dentro. Mandó a armar un cerco de ramas y arbustos secos alrededor del mismo, y lo prendió fuego. Los que podían movilizarse intentaron escapar pero fueron frenados a punta de bayoneta. También mandó ejecutar al coronel paraguayo Pedro Pablo Caballero e hizo fusilar prisioneros.

“un último ejército de inválidos, viejos y niños de diez a quince años, combatiendo bizarramente contra fuerzas superiores y muriendo como si fueran soldados en los campos de batalla, que no concluían sino para volver a dar comienzo, entre la agonía de los moribundos y el horror del degüello sin piedad”.

Testimonios recogidos por historiadores señalan que hubo niños que, llorando, se aferraban a las piernas del enemigo, suplicando piedad, y eran degollados ahí mismo.  “

Fuentes: Andrés Aguirre – Acosta Ñú, epopeya de los siglos, Paraguay, 1979; MARTIN Mac Mahon – La Guerra del Paraguay -Harpers Review Monthly Magazine N° CCXXXIX Abril 1870; José I. Garmendia – Recuerdos de la Guerra del Paraguay.

Y después de los españoles, tomaron turno en el abuso, invasiones y masacres los norteamericanos, que han hecho lo mismo y tal vez peores cosas al mundo.

Otra cosa que siempre repetiré, LOS IMPERIOS TIENEN QUE ACABARSE

—Valente Delmar—

Publicado por Valente Delmar

Comentador social y político, y narrador de historias.

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