Como en todos los rincones de Ecuador en cada pueblo, en cada provincia, gracias a la imaginación artística de nuestra gente y que a travez de generaciones se ha logrado mantener vivos muchos relatos de cosas que talvez en realidad acontecieron en un pasado remoto, pero que lamentablemente la incredulidad y la vida moderna han ido apagandolas por considerarlas inverosímiles, pero a nuestra gente nadie, nadie les puede quitar la realidad de su existencia.
Cuando oímos esta clase de narraciones de voz de algún habitante de nuestros pueblos, lo hacen con una seguridad de ellos mismos que nos hace dudar de que fueran sólo leyendas, talvez, algo hubo de realidad.
leyenda la tacona ecuador
Edgar Alan García
Cuenta la leyenda, que en Esmeralda, había una joven de cabello rubio, que estaba paseando por las calles, en una noche donde no había luna llena. Cuando pasaba por una calle angosta, se cruzó en su camino un sujeto que, al verla, la arrinconó en una esquina y abusó de la mujer.
Una hora después de lo sucedido, la mujer llega a su casa con su vestido manchado y las lagrimas por todo el rostro, decide bañarse y maquillarse. Mientras se maquillaba, se miraba al espejo y juró que nunca mas, nadie iba a hacerle daño.
La muchacha se había puesto un vestido rojo, vestía unos tacones muy altos y su maquillaje era uno de los mas bonitos, se fue a una covacha, donde decidió tomar para olvidar todas su penas y lo que le había sucedido horas antes. Al ingresar a la covacha, los hombres la miraban admirando su belleza y todos querían bailar con ella. Los hombres de aquella covacha la apodaron «la Tacona». Un hombre, con muy buen parecer, la saca a bailar y le propone ir a la playa para que puedan estar a solas. La mujer acepta muy decidida y se van a la playa.
Cuando ya estaban en aquel lugar, el hombre trató de abusar de ella, y en ese momento, al ver el rostro de la mujer, se dio cuenta que ella era un cadáver, inmediatamente, por el susto, la soltó y corrió sin dirección alguna. Cuando ya estaba muy cansado, ser dio cuenta que había llegado a un cementerio. Al sentarse sobre una tumba, leyó un nombre sobre una lápida y recordó el nombre de la mujer a quien trató de hacer daño. Era ella, pero estaba muerta.
Muchos años después, cuando el hombre ya era un anciano, fue a visitar la tumba de aquella chica, y arrodillándose sobre la tumba le agradeció por todo, pues a partir de ese incidente que tuvo ya no usó a las mujeres para satisfacer sus malos hábitos y fue un hombre de bien. En ese momento el hombre siente una palmada en la espalda y escucha un susurro que le dice: “eso era lo que quería oír.” Él regresa a ver y observa la espalda de una mujer rubia con un pequeño vestido rojo que se aleja del lugar.
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Existen tantas leyendas en nuestro Ecuador, y las que nacen o crecen en las provincias de la costa muchas veces han sido traidas con los habitantes que vinieron de otros lugares y se asentaron en Ecuador, como la influencia afro en nuestro país y especialmente en nuestra provincia Esmeraldas.
El Comercio – Ecuador-Esmeraldas.
Marcel Bonilla. Redactor
(F-Contenido Intercultural)
El Patacoré es el diablo, dicen los habitantes. Se viste de paisano: sombrero, botas y pañuelo y está presente en todos los bailes de marimba. Según el cuento, el Patacoré aparece en medio del fragor de la cadenciosa danza de la marimba. Toma aguardiente y sopla este licor con un polvo mágico para aturdir a sus bailadores, quienes inmediatamente caen ebrios, mientras las mujeres continúan bailando.
El Bambero, según el mito, habita en las zonas de manglares. Es un personaje delgado y de baja estatura. Los que le han visto lo describen como una persona que se moviliza sobre una tatabra (animal no domesticado que ha sido parte de la mesa de los cazadores). Uno de los personajes más controvertidos, comenta Güisamano, es
la Tunda, una hermosa mujer afro con rasgos indígenas, tiene un pie humano y otro de cabra. Es parecida a la figura del mitológico sátiro, por sus patas de macho cabrío. La Tunda también es multifacética, por lo cual adopta diversas formas según los casos. Se piensa que deambula por los ríos y recodos, donde la Tunda atrapa el camarón para darles de comer a sus víctimas y neutralizarlas. Según la leyenda, entundaba a los muchachos desobedientes. José Vivero, de la comunidad Concepción, en norte de la provincia, cuenta que cuando los hombres salían al monte y no retornaban, familiares y amigos iban en su búsqueda con perros y escopetas, para ahuyentar al mítico personaje. Los vecinos de estas localidades también hablan del Duende, un hombre pequeño que supuestamente sale a cabalgar en las noches de luna. Lleva puesto un enorme sombrero y una guitarra en la mano. Las personas murmuran que al Duende le atraen las mujeres jóvenes, de cabellera larga, a las que persigue. En la fábula se afirma que espía a las mujeres desde las copas de los árboles cuando se bañan en el río.
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