VENGANZA DE ULTRATUMBA, LA LEYENDA DEL COJO.
Esta vez nos vamos a una zona de haciendas pertenecientes al cantón Balzar, unos 50 kilómetros al norte de la hacienda la Linda, en dirección de EL Empalme.
Esta historia viene de alrededor de los años 60s.
Había una hacienda muy grande, propiedad de un personaje, algo malo y macabro, de ascendencia española, y estaba acostumbrado a esclavizar y a abusar de sus empleados, a los que aún se los denominaba peones.

El hacendado tenía una esposa, la que había fallecido de una fiebre tropical unos años antes.
La difunta le había dejado una hija hermosísima, a la que mantenía casi secuestrada, porque según él no había ser humano capaz de merecer mezclar su sangre con la de él.

Los vecinos de la hacienda ya hablaban de sucesos en los que el hacendado fue responsable de la muerte de peones por el exceso de trabajo, al que por miserias, los acostumbraba.
Un bien parecido joven, hijo de uno de los peones, había comenzado un romance de juventud con la hija del hacendado.
Al enterarse el hacendado de esta relación, se montó en furia y decidió, desaparecer la amenaza en contra de su rango y aristocracia.
Un aciago día, decidió llevar a cabo su malévolo plan de desaparecer al muchacho.
Esa tarde casi al terminar la jornada de trabajo de los peones, llamó al muchacho y le ordenó ciertos quehaceres en la parte posterior de la casa, cuando los demás peones dejaron la hacienda al final de su jornada de trabajo, el muchacho quedó rezagado, y por órdenes del hacendado se cerraron los portones de la hacienda y se soltaron a los perros guardianes, los que atacaron al muchacho destrozando una pierna y un brazo.

El muchacho fue salvado por uno de los peones que vio lo que pasó desde el otro lado del portón, y fue llevado a un sanatorio, pero no pudieron hacer nada por sus miembros.
Cojo como quedó el muchacho fue hasta la hacienda y arrastrándose llegó hasta el portón, y allí cayó muerto, esa fue la última imagen que vería el hacendado en su vida.
La hija del hacendado después de una semana se suicidó, sumiendo al hacendado en mayor sufrimiento y depresión.
A partir de esa fecha, los vecinos contaban que se veía una figura de una persona con una muleta caminando hacia la casa del hacendado.
Y muchos decían que se oían llantos y gritos provenientes de la casa, pero por temor la gente no se acercaba.
Un día los vecinos cuentan que, salió el hacendado corriendo de la casa, hacia la carretera y gritando “perdón hija, perdón, Julian», que era el nombre del muchacho en vida. Y corriendo por la carretera cayó como fulminado por un rayo sin vida, había tenido un fulminante ataque cardíaco, en sus ojos se podía ver el terror y eso le causó la muerte.
No hay pruebas de esto, solamente la palabra de los vecinos.
Qué fue lo que pasó, realmente, Una venganza de ultratumba o sencillamente la conciencia.
—Valente Delmar—