Desde el origen de la humanidad han existido leyendas y mitos, mucho antes de la historia escrita, cuando nuestros ancestros usaban sólo su vocabulario para comunicar a su descendencia lo que había acontecido en un momento de su vida. Unas simples y llanas historias, otros muy floridos en su contexto, la mayoría de las veces eran sólo recuentos de los hechos, muy apegados a la realidad ,conocidos por una persona y de esta manera dados a conocer al resto de los habitantes.
Con las técnicas modernas podemos diferenciar la historia de los mitos y fantasias, se ha podido comprobar con restos y hechos actuales lo que fué realidad y se ha convertido en historia, y los que no se han podido comprobar por ser inverosímiles se demuestra que son sólo mitos.
Pero estos mitos y leyendas fueron usados por nuestros antecesores para comunicarnos sus creencias religiosas y las ideas que tenían ellos de su orígen.
Muchos de estos mitos fueron usados, para de una forma florida dar lecciones, especialmente a la juventud y de esta manera inculcarles un buen comportamiento dentro de la sociedad.
Nuestro país tiene tantas y tantas leyendas, que podríamos sentarnos cada noche por un momento y contar una de estas historias y no alcanzarían todos los días del año para contarlas todas.
Una de las pocas cosas que debemos agradecerle al imperio español. es el idioma, porque es tan florido que los historiadores han podido traducir estas historias de su idioma original, sin perder su contexto.
Aquí les dejo un ejemplo de las tribus Shuaras de Morona Santiago.
La leyenda de jempe y yakakua
EL DIARIOec
cultura y sociedad
En Yankus, cantón Limón Indanza, provincia de Morona Santiago, los sabios del pueblo cuentan historias a los jóvenes para que aprendan sobre la vida. En una ocasión escuché lo siguiente:
Ayumpum, ser misterioso, dueño de la guerra, quería tener una huerta. Llamó a los dos jóvenes más fuertes de la comunidad y les dijo:
-Jempe y Yakakua, los he elegido para que me ayuden a trabajar una huerta.
Jempe madrugaba a su trabajo y regresaba antes de las diez. Mientras que Yakakua regresaba muy tarde.
Las mujeres de la comunidad comentaban:
-Yakakua es un gran trabajador, se pasa el día labrando la tierra. En cambio, Jempe trabaja al apuro, regresa temprano; Yakakua se esfuerza y regresa cansado y muy tarde de su trabajo.
Otra mujer dijo:
-A Yakakua hay que servirle una buena comida, al otro, a Jempe, por ocioso, démosle de beber únicamente agua de pororó.
Las mujeres se reían de Jempe y lo despreciaban.
Llegado Ayumpum mandó a las mujeres a verificar cuánto había trabajado cada uno de los jóvenes. Cuál sería la sorpresa de las mujeres al mirar que mientras Jempe trabajaba concentrado en la tarea y había logrado cultivar más de la mitad de la huerta, el otro, Yakakua, despacio y con pereza, tomaba una piedra del terreno y a manera de juego la hacía rodar en la planicie.
Las mujeres regresaron apresuradas a la casa para contarle lo visto a Ayumpum; para compensar a Jempe, le prepararon un gran banquete que el joven rechazó porque se había indigestado con el agua de pororó que le dieron a beber las mujeres.
Por su buen proceder, Jempe se convirtió de inmediato en un hermoso colibrí, destinado a chupar la miel de las flores.
En cambio, Yakakua no solo que fue el objeto de desprecio de las mujeres, sino que como castigo a su vagancia le cocinaron la sacha pelma y le dieron a comer. Acto seguido, al joven le sobrevino una comezón tan intensa en la garganta y en el cuerpo que no paraba de rascarse y la piel se le puso de color rojo intenso. Entonces se convirtió en un ave de pescuezo rojo muy poco agraciada.
Etsa, que todo lo miraba, disgustado con Yakakua y complacido con la actitud de Jempe sopló al viento estas palabras:
“El que sepa trabajar será feliz y tendrá lo necesario para su familia; el vago y deshonesto será mal visto por la sociedad”.